Por
estos días de abril en que el pueblo de Cuba rememora el aniversario 55 de la
Epopeya de Playa Girón, y de la primera derrota militar del imperialismo yanqui
en América, es justo recordar también de Raúl Roa García, nuestro Canciller de
la Dignidad, quien entre el 15 y el 19 de abril de 1961, convirtió la tribuna
de la Asamblea General de la ONU en una trinchera más para defender a la
Revolución e hizo de su verbo, único, insustituible, una poderosa arma que
disparaba proyectiles de verdades sobre el enemigo en su misma madriguera.
Coincidió
la agresión aérea a los aeropuertos cubanos el 15 de abril de 1961 con la
presencia en Nueva York del Ministro de Relaciones Exteriores de la Isla, quien
había viajado a esa ciudad norteamericana para asistir a los debates del Décimo
Quinto período ordinario de la Asamblea General de la ONU, donde Roa se
proponía denunciar los preparativos para la agresión mercenaria que llevaba a
cabo la Agencia Central de Inteligencia yanqui, con el consentimiento de su
gobierno.
La
intervención del Canciller Cubano debía efectuarse el 15 de abril en horas de
la tarde, pero Roa se las ingenió para que le concedieran la palabra esa misma
mañana para tratar una cuestión de orden y ante el asombro de todo el plenario
y sobre todo de la delegación norteamericana, el diplomático de la Isla subió a
la tribuna y acusó directamente a Estados Unidos de ser el autor del traidor
ataque a los aeropuertos cubanos, acción que ponía en peligro la paz y la
seguridad internacionales.
Cuando
el Presidente en funciones de la Asamblea General de la ONU, el irlandés
Frederik H. Boland se percató de que lo tratado por Roa no era una cuestión de
orden sino de fondo lo conminó a que abandonara la tribuna, pero Roa prosiguió
su discurso acusatorio hasta que expresó "ya lo he dicho y me
retiro".
A
partir del 17 de abril de 1961 el canciller Raúl Roa García y los restantes
integrantes de la delegación cubana que asistió al Décimo Quinto período
ordinario de la Asamblea General
convirtieron el plenario de la sede de la ONU, en New York, en una
batalla simultánea a la que se libraba en las arenas de Girón y en los
cenagales de la península de Zapata, donde también se obtuvo una victoria
diplomática para informar al mundo de la agresión de Estados Unidos a la isla
caribeña.
Y ese
héroe de esta batalla diplomática, arriba este 18 de abril al aniversario 103
de su natalicio, pues había venido al mundo en 1907. Estudió Derecho en la
Universidad de La Habana y de ahí se convirtió no solo en un prestigioso
intelectual con varios libros publicados, sino también en un vehemente revolucionario
de la llamada Generación del 30 y por ello sufrió presidio en varias ocasiones
y en otras oportunidades tuvo que marchar al exilio hasta el triunfo de la
Revolución.
En
1959 fue designado Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Revolucionario
de Cuba, cargo que desempeñó por más de 45 años y por su brillante ejecutoria
diplomática y las numerosas victorias obtenidas en este campo a favor de la
Revolución, nuestro pueblo lo bautizó como el " Canciller de la
Dignidad".
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