Puede decirse con toda certeza que el 6 de agosto de 1960 marcó el
inicio de la verdadera independencia económica de Cuba, al decretar el
Gobierno Revolucionario en esa fecha, mediante la Ley 851, la
nacionalización de las grandes empresas norteamericanas radicadas en la
isla, que pasaron a ser propiedad del pueblo.
En un acto celebrado en el Estadio del Cerro para clausurar el Primer
Congreso Latinoamericano de Juventudes, ese 6 de agosto el Comandante
en Jefe, Fidel Castro, primer Ministro del Gobierno revolucionario, leyó
la Resolución que nacionalizaba un importante grupo de propiedades
norteamericanas en defensa de los intereses del país y del pueblo.
Entre esas propiedades yanquis figuraban varios centrales azucareros
de los mejores de la nación, así como las tres refinerías de petróleo
existentes en Cuba, Texaco, ESSO, Shell, además de las compañías de
Electricidad y Teléfonos, entre otras no menos importantes entidades
norteamericanas.
De esta forma, Cuba respondía a las crecientes agresiones económicas
estadounidenses contra la isla, fundamentalmente, la rebaja de la cuota
azucarera en unas 700 000 toneladas, pretendiendo con ello dar un golpe
mortal a la economía cubana, que por esos tiempos dependía
fundamentalmente del azúcar.
En septiembre de ese mismo año 1960, Cuba completaría el programa de
nacionalización de propiedades norteamericanas con la expropiación de la
banca y del resto de las entidades yanquis que aún quedaban en el país.
Mientras que en octubre corrían igual suerte las propiedades de la
burguesía criolla, que se había aliado al imperio para crear un caos
económico en la nación y con ello el aborto del Proyecto Revolucionario
emprendido a partir del Primero de Enero de 1959.
Desde entonces puede asegurarse que los cubanos somos mucho más
libres y que la Revolución ha sabido conducir al país por el desarrollo
económico sin ataduras foráneas de ningún tipo, a pesar de las
dificultades y crisis por las que atraviesa el mundo de hoy.
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