jueves, abril 07, 2011

Vilma Espín en la memoria de todos los cubanos

Por Margarita Piedra Cesar

La destacada combatiente revolucionaria santiaguera Vilma Espín Guillois, heroína de llano y de las montañas, protagonista de la emancipación de la mujer cubana tras el triunfo revolucionario de 1959, la compañera leal de Raúl Castro y madre ejemplar, estaría cumpliendo hoy 7 de abril, 80 años de edad, pues nació en esta fecha pero en el año 1930.

Pero su muerte el 18 de junio de 2007, impidió que hoy pudiera estar físicamente presente para recibir el agasajo de su pueblo, aunque bien sabemos que su modestia no hubiera permitido una celebración  más allá de lo normal.

Es difícil pasar por alto una fecha como esta y sobre todo, porque Vilma Espín Guillois fue de esos seres que no pasaron inútilmente por la vida, sino que supieron comportarse a la altura de su tiempo y plantar semillas convertidas hoy en frondosos árboles, como las palmas que se expanden por todo el territorio de la patria, como símbolo de esperanza.

No vamos a relatar cada uno de los pasajes revolucionarios en los que se vio envuelta la compañera Vilma, quien comenzó su lucha siendo aún estudiante de ingeniería Química Industrial, en la Universidad de Oriente, hasta que rindió el último aliento de su existencia como Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas.

Sus luchas y toda la obra de su vida revolucionaria están ya escritas con letras de oro en la historia de la patria, donde su nombre aparece junto al de otras destacadas combatientes cubanas como Mariana Grajales, María Cabrales, Ana Betancourt, Amalia Simoni, Isabel Rubio, Lidia y Clodomira, Rosario García y Celia Sánchez Manduley, entre otras tantas.

La  mejor forma de recordar hoy a Vilma en el aniversario 80 de su natalicio, es verla cada día en la sonrisa de las niñas, en los sueños de las adolescentes, en el futuro de cada joven estudiante, en las manos laboriosas de cada obrera, el fusil de cada combatiente o miliciana o en las esperanzas de cada mujer que, aquí o allá o en cualquier parte, se sabe útil para los destinos de ese mundo mejor con el cual todos soñamos.

El ejemplo de Vilma y todo lo que ella fue para la Revolución cubana, será imprescindible e imborrable por siempre entre los cubanos, porque ella es corazón y fuerza vital que encarna a la amorosa, firme y digna mujer cubana. Por eso en un día como éste, aniversario 81 de su natalicio, digámosle con cariño y respeto.


martes, abril 05, 2011

Guillermo Moncada, el coloso de ébano

Por Margarita Piedra Cesar

Tan solo a cuarenta días de reiniciada la guerra por la independencia con el Grito de Baire, el 5 de abril de 1895, la Revolución perdía a uno de sus más capaces jefes y uno de sus más intransigentes soldados: Guillermo Moncada Veranes, fallecido a causa de una tuberculosis.

Guillermón Moncada tenía 27 años cuando el alzamiento de la Demajagua y dejó el oficio de carpintero, para incorporarse a las filas mambisas, donde en poco tiempo por su valentía adquirió grados militares.

Al terminar la Guerra de los Diez Años, Guillermón era Brigadier y había tomado parte en más de un centenar de batallas a las órdenes de Máximo Gómez y Antonio Maceo.

Al producirse el Pacto del Zanjón, Moncada estaba bajo el mando del Titán de Bronce y fue uno de los que le secundó en la célebre Protesta de Baraguá, como uno de sus jefes de confianza.

Para Guillermón Moncada, la terminación de la Guerra de los Diez Años no fue una tregua, pues en agosto de 1887 volvió a las armas al producirse la llamada Guerra Chiquita.

Fracasado ese movimiento insurgente, Moncada fue enviado a prisión en las Islas Baleares, de donde regresó en 1886, para proseguir las actividades revolucionarias y, por ello, fue apresado nuevamente y recluido en el Cuartel Reina Mercedes, de Santiago que más tarde llevaría su nombre.

Por sus méritos y experiencias militares, José Martí designó a Guillermón Moncada junto a Bartolomé Masó, para encabezar en  Oriente el movimiento Revolucionario que bajo la dirección del Partido Revolucionario Cubano, se produjo el 24 de febrero de 1895.

Aunque ya para entonces Moncada estaba muy enfermo de tuberculosis, volvió a la manigua y ese histórico día atacó con sus hombres el poblado de Dos Caminos de San Luis, para proveerse de municiones y armas.

Pero la terrible enfermedad que lo minaba pudo más que la voluntad de este coloso de ébano y el 5 de abril de 1895, dejó de existir perdiendo así la Revolución a uno de sus más extraordinarios y capaces soldados.

Guillermón Moncada fue uno de esos hombres que nació para ser gigante, no solo por su estatura sino por su arrojo, honor, dignidad y méritos revolucionarios. El acostumbraba a decir: "Mi brazo negro y mi corazón de cubano tienen fe en la victoria" , por eso su pueblo le recuerda ofreciéndole como homenaje la victoria a la que él aspiró, por la que tanto luchó.