viernes, diciembre 21, 2012

Avance impetuoso del Ejército Rebelde en oriente y centro del país

El 23 de diciembre de 1958, hace 54 años, fuerzas combinadas del I, II y III Frentes del Ejército Rebelde, comenzaron el ataque a Palma Soriano, una de las cuidades más importantes del oriente cubano, situada a sólo 46 kilómetros de Santiago de Cuba y considerada como la retaguardia de esa capital por la Carretera Central.

Los detalles del ataque a Palma Soriano se habían ultimado el día antes, 22 de diciembre, en el lugar conocido por El Tamarindo, cercano a esa ciudad y en una reunión que sostuvieron los jefes de los tres frentes, el Comandante en Jefe Fidel Castro del I y los Comandantes Raúl Castro y Juan Almeida del II y III, respectivamente.

El ataque a Palma Soriano, donde se unieron por primera vez las fuerzas de los tres frentes, comenzó con un disparo de bazooka a la estación de la policía de esa ciudad y posteriormente, comenzó a combatirse prácticamente casa por casa, pues la dictadura tenía concentrado en ese lugar, más de 350 efectivos que además contaban con el apoyo de la aviación que bombardeó y ametralló los lugares donde se combatía sin importarle el número de víctimas inocentes que pudiera causar.

Por otra parte, ese propio 23 de diciembre de 1958 tropas de la Columna 8 al mando del Comandante Che Guevara y fuerzas del directorio Revolucionario liberan a la ciudad de Sancti Spíritus en el centro del país y la declaran territorio libre de Cuba.

Ya el día 18 las tropas al mando del Che habían liberado la ciudad de Fomento, también en la provincia de Las Villas, con lo cual había comenzado en el territorio central del país, la ofensiva final contra la dictadura de Fulgencio Batista por parte de las fuerzas revolucionarias que combatían en esa región.

De igual forma, el 20 de diciembre, tropas rebeldes de la Columna 2 Antonio Maceo, al mando del Comandante Camilo Cienfuegos, tomaron la localidad villareña de Mayajigua, e iniciaron la marcha rumbo a Yaguajay, donde se escribirían páginas gloriosas de heroismo, en tanto que las fuerzas del Che ese mismo día, iniciaron acciones sobre los poblados de Guayo y Cabaiguán en su avance hacia la ciudad de Santa Clara, considerada entonces el bastión de la dictadura en el terriotiro central del país.

miércoles, diciembre 19, 2012

Huracán de vida, así le llamaron

Al soldado desconocido cubano, caído en la lucha antifascista en España, el poeta Miguel Hernández dedicó estos versos:

"Nunca se pondrá el sol sobre tu frente,
heredará tu altura la montaña
y tu valor el toro del bramido.
De una forma vestida de preclara,
has perdido las plumas y los besos,
con el sol español puesto en la cara
y el de Cuba en los huesos"

Y esos versos puede haberlos inspirado ese cubano que un día marchó a tierras españolas cumpliendo un sagrado deber internacionalista y que el 19 de diciembre de 1936 fue encontrado muerto en un barranco del cerro madrileño de Majadahonda, con un balazo en el pecho que le atravesó el corazón.

Ese soldado desconocido cubano tenía su nombre y apellidos: Pablo de la Torriente Brau, quien habiendo nacido en Puerto Rico el 12 de diciembre de 1901, pasó su niñez y adolescencia en Santiago de Cuba, de donde le vino tempranamente la rebeldía.

Por eso y a pesar de sus extraordinarias condiciones como periodista y escritor, no vaciló en incorporarse a la lucha contra el régimen tirano de Gerardo Machado, por lo cual fue a presidio en Isla de Pinos, lo que le permitió narrar en algunas de sus obras la terrible odisea de los que de una u otra forma eran enviados a ese llamado "Presidio Modelo"

Como periodista y escritor dejó numerosas crónicas, relatos y cuentos que todavía son reflejo exacto de la Cuba del General Machado y también de la primera dictadura del General Batista.

Refiriéndose a sus condiciones como intelectual y revolucionario, su amigo Raúl Roa lo llamó "un huracán de vida" y dijo que era, "el mejor talento frustrado de la Generación del Treinta"

Obligado a marchar a un amargo exilio, en Estados Unidos, Pablo de la Torriente Brau viajó a España en 1936 como corresponsal de la Revista "New Messer" y del periódico mejicano "El Machete", funciones que cumplió pero también la de su deber como voluntario antifascista.

Al encontrar la muerte en el cerro madrileño de Majadahonda el 19 de diciembre de 1976, Pablo de la Torriente Brau recién había cumplido los 35 años de edad. Setenta años después es justo que le recordemos con el epitafio que entonces le dedicó el poeta español, Miguel Hernández: "No temáis que se extinga su sangre sin objeto, porque este es de los muertos que crecen y se agrandan aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto".