domingo, abril 17, 2011

Girón: Primera derrota del imperialismo yanqui en América Latina

Por Margarita Piedra Cesar

Si bien durante los días 17 y 18 de abril de 1961, las fuerzas Armadas revolucionarias y todos sus medios: aviación, blindados, artillería e infantería, habían obligado a los invasores a retirarse hacia Playa Larga y Playa Girón, los combates del día 19 no serían menos violentos, para librar allí la última batalla.

Ese día, los ataques aéreos enemigos fueron particularmente violentos, en un esfuerzo desesperado para apoyar al contingente invasor, que a estas alturas estaban totalmente desmoralizados. La totalidad de los pilotos participantes según se comprobó después, era de nacionalidad norteamericana y algunos integrantes de su fuerza aérea.

En aguas cercanas a la zona de operaciones, dos nuevas naves de guerra de Estados Unidos, los destroyers "Eaton"  y "Murray", se mantenían a la espera del desenlace de los combates y en comunicación directa con Washington, donde el presidente John F. Kennedy seguía el curso de los acontecimientos y al mediodía del 19, ante la inminencia de la derrota, ordenó a ambos buques apoyar el reembarque de los mercenarios.

Sin embargo, desde las primeras horas de la tarde, la artillería y la fuerza aérea cubanas, ya casi desde las propias arenas de Girón, comenzaban a hostigar a los botes en los que se reembarcaban los invasores y hubo disparos que sobrepasaron o se acercaron bastante a los navíos de guerra yanqui, no obstante la cautela con que el mando cubano dirigió esa operación, para no provocar un serio conflicto.

Pero la intención de los mercenarios de reembarcarse fue nula, porque los buques en que debían hacerlo prácticamente fueron hundidos por la artillería y la aviación cubanas, en tanto que a las 3 y 50 de la tarde los destroyer "Eaton"  y "Murray", pusieron proa a alta mar dejando abandonados a los mercenarios, que optaron por desplegarse hacia los pantanos de la ciénaga.

A las 5 y 30 de la tarde Playa Girón cayó en manos de las tropas cubanas. Ya Fidel se encontraba en el lugar y subido encima de un tanque hizo un disparo que provocó el hundimiento de unos de los buques que esperaban de regreso a los invasores, 1200 de los cuales fueron capturados después y hechos prisioneros. Los restantes estaban heridos o muertos.

Poco después, redactado por el propio Comandante en Jefe, se daba a conocer el comunicado que anunciaba al mundo la Victoria, aunque pagando un saldo elevado de víctimas: 176 muertos y 300 heridos.

Sesenta y seis horas bastaron para que el imperio recibiera su primera gran derrota moral y militar en América Latina, lo que sin dudas constituyó, una lección para el mundo.