viernes, abril 09, 2010

La Huelga de Abril de 1958

Por Margarita Piedra Cesar

La Huelga General Obrera convocada para el 9 de abril de 1958 por el Movimiento 26 de Julio, se inscribe en nuestra historia cubana más reciente, como una página gloriosa del pueblo en la lucha por su libertad.

Ese día, en varias ciudades y pueblos importantes del país se hizo efectivo el paro obrero provocando la ira de la dictadura, que desató una ola represiva que costó la vida a decenas de revolucionarios a lo largo y ancho de la isla.

La Huelga Obrera no alcanzó el éxito esperado, demostrando que las condiciones objetivas y subjetivas no estaban creadas para ese fin, además de sacar a la luz algunas contradicciones entre la Dirección del Movimiento 26 de Julio, que si bien era única en la práctica, se comportaba como mandos separados en el llano y en la sierra.

Esos errores permitieron que la dictadura aprovechara las debilidades de la lucha en el llano, para reforzar sus tropas en la Sierra Maestra e iniciar la llamada ofensiva de verano, con el objetivo de acabar con el movimiento guerrillero, donde veía su mayor peligro.

Al reseñar este hecho, tenemos en cuenta que el fracaso de la Huelga del 9 de Abril condujo a una reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, que se efectuó el 3 de mayo de 1958 con la participación de sus más altos dirigentes encabezados por Fidel.

La reunión se desarrolló con un profundo espíritu crítico señalándose errores tales como: la subvaloración de la lucha guerrillera y la supervaloración del movimiento clandestino, la subestimación de las fuerzas de la tiranía, conceptos erróneos y sectarios en la relación con los demás sectores obreros, incluido el Partido Socialista Popular, además de las faltas de organización y descoordinación entre las partes, que dieron al traste con los propósitos de la huelga.

Como acuerdo de esta reunión decisiva para el curso de la Revolución, se procedió a la sustitución de varios integrantes de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, se le recomendó a René Ramos Latour, Daniel, pasar a la lucha en la Sierra Maestra; y se instauró el mando único que sería ejercido por el Comandante en Jefe Fidel Castro y cuyo objetivo fundamental sería: lograr la unidad de todas las fuerzas revolucionarias en la lucha por derrocar a la tiranía.

Lo acertado de aquellas decisiones permitió al Ejército Rebelde y al Movimiento Clandestino pasar a la ofensiva e iniciar el camino final, que conduciría, inevitablemente, a la victoria del Primero de Enero de 1959.

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