martes, agosto 24, 2010

Cuba y la Guerra Chiquita


Por Margarita Piedra Cesar

Ya el 15 de marzo de 1879 durante la Protesta de Baraguá el Titán de Bronce Antonio Maceo había dejado bien claro a los colonialistas españoles que en Cuba no habría paz sin la independencia por la que se había luchado durante 10 años y que el Pacto del Zanjón firmado un mes antes por cubanos indignos no era el fin de la guerra y mucho menos de la Revolución.

Y consecuente con esos principios fue que en la noche del 24 de agosto de 1879 estalló en Cuba la segunda gesta independentista, conocida como la Guerra Chiquita, que aunque no tuvo el apoyo necesario, sobre todo en el Occidente y Centro de la Isla, le demostró a España que todavía existían patriotas capaces de mantener la lucha hasta lograr una Patria enteramente libre.

La Guerra Chiquita fue un movimiento plagado de contradicciones políticas y divisionismo entre los cubanos, además de no contar con una organización y dirección capaz de conducirla por el buen camino frente a los que, internamente se oponían al conflicto bélico y a la propaganda española de que éste era un movimiento racial, pues la mayoría de los jefes complotados eran negros, como Guillermón Moncada, José Maceo, Quintín Bandera y otros prestigiosos patriotas de la guerra de los 10 años.

Poco pudo hacer Calixto García nombrado Jefe del Movimiento después de desembarcar en la Isla en mayo de 1880, pues la guerra sólo tenía como escenario la región oriental, donde España había concentrado todo su poderío en armas y hombres frente a los mambises, quienes estaban sin nigún apoyo externo en ese sentido y escasos de armamentos y municiones, por lo que el fracaso era evidente.

La guerra chiquita después logró mantenerse durante un año, sus principales jefes fueron hechos prisioneros y deportados de la Isla, por lo que desde el punto de vista militar fue un fracaso, sin embargo, el movimiento constituyó una pieza clave para la futura lucha independentista de 1895, por las experiencias que pudo sacar José Martí, quien ya para entonces se destacaba como un revolucionario dispuesto a unir voluntades, para 16 años después, hacer que en Cuba vibrara el grito de ¡Independencia o Muerte!

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