jueves, diciembre 05, 2013

Combate de Alegría de Pío, primer bautismo de fuego del Ejército Rebelde

Exactamente diez días después de la partida del yate Granma del puerto mejicano de Tuxpan y a tres días del azaroso desembarco, los 82 expedicionarios llegaron el 5 de diciembre de 1956 al lugar conocido por Alegría de Pío, donde en un pequeño bosque rodeado de cañaverales instalaron campamento para esperar la noche e internarse en el monte firme.

Después de casi todos dormir la mañana, al mediodía todo pareció volver a la normalidad, unos cortaban cañas para comer, otros se curaban las llagas de los pies, algunos charlaban entre sí o aprovechaban para consumir la magra ración de la jornada: medio chorizo con dos galletas.

En eso estaban cuando sonó un primer disparo y seguidamente una lluvia de balas cayó sobre ellos. Fue tanta la sorpresa que, aunque algunos se aprestaron a resistir, la mayoría trató de escapar de aquel infierno dantesco en que se convirtió Alegría de Pío.

El propio Fidel intentó reorganizar la fuerza, pero no pudo, debido a la confusión reinante y el intenso fuego al que fue sometido el cañaveral y que obligó a los expedicionarios a dispersarse, cada cual como pudo.

Varios de ellos fueron muertos al instante, otros fueron hechos prisioneros o se entregaron y posteriormente asesinados, mientras que solo unos pocos pudieron alejarse del lugar, aunque de forma dispersa.

Así fue aquel 5 de diciembre de 1956 el primer bautismo de fuego de los expedicionarios del yate Granma. Así fue que empezó a forjarse el futuro Ejército Rebelde, cuando aquel grupo de revolucionarios doce hombres y siete armas, se reencontraron varios días después lo que hizo exclamar a Fidel: ¡Ahora sí ganamos la guerra!

Veinticinco meses más tarde esa frase se hizo realidad.

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